02 marzo 2009

"Quiero hablar con el responsable"



Por Cofrade Hama K

- Buenas tardes.
- Buenas tardes.
- Verá usted, ayer por la tarde vine a comprar esta tostadora...
- Ya.
- ... y se ha estropeado.
- Vaya.
- Bueno, la verdad es que ya venía estropeada, porque no he conseguido hacerme ni una triste tostada.
- Vaya.
- Pues usted dirá lo que hacemos.
- Usted sabrá.
- ¿Que yo sabré? Pues o me la cambia o me devuelve las ocho mil trescientas que me cobró.
- Pues no señor.
- Me parece que no le he entendido bien. ¿Me está diciendo usted que no?
- Sí señor.
- Sí señor ¿qué?
- Sí señor que no señor.
- Que no señor ¿qué?
- Que no señor, que no se la cambiamos, ni mucho menos le devolvemos el dinero.
- ¿Pero será posible tanta desfachatez?
- A mí no me falte usted que yo sólo soy el dependiente. Yo sólo empaqueto, cobro y devuelvo el cambio.
- Pues ya me dirá con quien coño tengo que hablar! A ver, ¿quién es aquí el responsable?
- El señor Manolo.
- ¿Dónde está el señor Manolo?
- Es aquel señor del bigote.
- ¿Señor Manolo?
- Dígame usted.
- Pues nada, que ayer vine a comprar esta tostadora estropeada y que hoy su dependiente no me la quiere cambiar.
- Y muy bien que hace.
- ¿Cómo que muy bien? Habrase visto el morro que se gastan en esta tienda...
- Mire usted, nosotros no tenemos la culpa de que usted se encaprichara de una tostadora estropeada. Haber comprado otra que funcionara.
- ¿Pero cómo coño iba yo a saber que estaba estropeada? Si ni siquiera me dejaron ustedes probarla...
- Sólo faltaría, pasarnos la jornada laboral tostando pan.
- Su obligación es vender tostadoras que funcionen.
- Nuestra obligación es vender las tostadoras que nos llegan, y cumplimos con ella perfectamente.
- ¿Ah sí? ¿Y quién se las envía?
- Pues quién va a ser, el fabricante de tostadoras.
- Pues ahora mismo me dice usted el nombre del responsable.
- ¿De la fábrica? El señor Bragulat.
- ¿Señor Bragulat?
- Dígame usted.
- Pues nada, que he comprado una tostadora estropeada fabricada por ustedes y no me la quieren cambiar.
- ¿Del modelo que va a ocho mil trescientas pesetas?
- Esa, esa es la que me compré.
- Ya, pues ese modelo es el que no funciona, sólo tiene finalidad decorativa.
- ¿Qué quiere decir con esto? ¿Que no tuesta?
- No señor, no tuesta nada. Es sólo para hacer bonito en la cocina, o donde quiera usted ponerla.
- ¿Y no van ustedes a cambiármela por otra que funcione?
- Si quiere usted se la cambiamos por otra del mismo modelo.
- Pero yo lo que quiero es una tostadora que tueste, pa poder desayunar café y tostadas recién hechas con mantequilla y mermelada cada mañana.
- Pues hágase el pan a la brasa y mientras tanto extasíese contemplando esta obra de arte que no tuesta pero que embellece sobremanera su cocina y confiere un toque de exquisitez a su hogar.
- Pero será posible... Dígame ahora mismo el nombre del responsable.
- ¿De qué responsable? Como no se refiera usted al señor Julibert, Presidente del Gremio de Fabricantes de Tostadoras...
- Vale, muchas gracias. ¿Señor Julibert?
- El mismo, sígame usted.
- Pues mire, que me he comprado una tostadora marca ACME, el modelo de ocho mil trescientas pesetas, y no funciona.
- Bueno, ¿y qué?
- Pues que quiero que me lo cambien o que me devuelvan las ocho mil trescientas.
- Creo que esto es imposible, caballero. Lo impide el artículo cuarto B de los estatutos del gremio: "No se devolverá el dinero al cliente bajo ningún concepto", y también el quinto A: "Jamás se atenderán las reclamaciones, porque el cliente no sabe lo que se dice".
- Esto es absolutamente injusto, y además intolerable!
- Mire, nosotros defendemos nuestros intereses, los de los fabricantes. Usted para nosotros es del otro bando, del de los consumidores. Es lógico que pasemos de usted, hable con la OCU, que es lo propio.
- Oiga ¿es la OCU?
- Sí señor, dígame usted.
- ¿Quién es aquí el responsable?
- ¿El responsable? Si quiere le pongo con el señor Papallonas, que es quien nos paga cada final de mes a los que curramos aquí.
- ¿Señor Papallonas?
- Dígame, dígame usted.
- Me he comprado una tostadora que no tuesta, que sólo hace bonito, y ahora no me la quieren cambiar, ni devolverme el dinero.
- ¿A quién de le ocurre? ¿Para qué se compra usted una tostadora que sólo hace bonito? Es usted un irresponsable que dilapida estúpidamente su dinero y que encima quiere hacernos perder el tiempo.
- No me haga usted cabrear más. Se supone que ustedes deben defender mis derechos, que los tengo, y uno de ellos es el derecho a comer cada mañana tostadas con mantequilla y mermelada.
- Usted los ha perdido todos al comprar una tostadora que sólo hace bonito. Lo lamento, pero no podemos ayudarle. Su propia estulticia se ha vuelto contra usted: deberá comprarse una tostadora que tueste.
- Yo ya he comprado una tostadora, creyendo que compraba un electrodoméstico, y ahora resulta que he comprado una escultura, una obra de arte que no tuesta una mierda pero que dignifica mi cocina y da prestigio a mi casa, una casa sin tostadas pero con mucho arte.
- ¿Lo ve usted? Quien no se consuela es porque no quiere...
- Qué consuelo ni qué leches... A ver, ¿quién es aquí el responsable?
- En la OCU no podemos hacer nada por usted, usted se lo ha buscado. Consulte con su abogado, o hable con el defensor del pueblo.
- ¿Cómo se llama?
- ¿Quién? ¿yo? Ya se lo he dicho, Ildegardo Papallonas.
- No, usted no, joer, el defensor del pueblo.
- Ah, pues es el señor Ismael Cunillons.
- ¿Señor Cunillons?
- El mismo, para servirle.
- ¿Es usted el responsable?
- Hombre, pues depende de para qué. Yo me responsabilizo de defender el legítimo derecho de todo ciudadano ante las putadas del gobierno.
- Verá usted, es que a mí me han vendido una tostadora que no tuesta y ahora nadie quiere saber nada.
- ¿Una tostadora? No sabía que ahora el gobierno vendiera tostadoras que no tuestan, esta putada es nueva.
- No, si no me la ha vendido el gobierno, me la ha vendido un dependiente de la tienda del señor Manolo, y ninguno de los dos quiere saber nada, y tampoco el fabricante, el señor Bragulat. He hablado con el señor Julibert, del gremio de fabricantes de tostadoras, y con el señor Papallonas, de la OCU, y me dicen que no tengo derechos, y que si una vez llegué a tenerlos, pues que los he perdido. ¿Podría decirme de una puta vez a quién puedo pedir responsabilidades?
- Oiga, a mí no me líe. Si la tostadora no se la ha vendido el Gobierno, yo no tengo nada que hacer.
- En todo caso, alguien habrá autorizado la venta de estas tostadoras fraudulentas que harán muy bonito sobre el mármol de la cocina pero que no tuestan un carajo, digo yo.
- Hombre, pues supongo que el fabricante tendrá la aprobación del Ministerio de Industria.
- ¿Y ahí quién es el responsable?
- Pues quién va a ser, el ministro.
- ¿Señor ministro?
- Pase usted, buen hombre, no se quede ahí parado. Me alegra y me dignifica su visita, que contribuye a acortar las distancias naturales entre la plebe y sus más altos mentores.
- Verá usted, señor ministro, mi intención no es hacerle perder el tiempo, pero sucede que en la tienda del Manolo me han vendido un electrodoméstico defectuoso y se niegan a atender mis reclamaciones.
- ¿Quién es el Manolo éste? Seguro que no ha presentado declaración de renta, seguro que no ha liquidado el impuesto de sociedades, seguro que que no paga el IAE, seguro que debe el IBI, seguro que es un traidor a la patria y un felón y a lo peor hasta un indocumentado. A ver, inspector, búsqueme un tal Manolo que tiene una tienda de electrodomésticos. Se va a enterar ese villano de lo que es el peso de la Justicia...
- Perdone, señor ministro, pero de lo mío qué.
- ¿Lo de usted? ¿Qué es lo de usted?
- Lo mío, lo de la tostadora que no tuesta.
- Bueno, yo sobre esto no puedo hacer nada. ¿Para qué quiere usted una tostadora que no tuesta?
- No, si no la quiero para nada, pero el caso es que la tengo.
- Bueno, pues mejor para usted, ¿no?
- Pues no, porque lo que yo quiero es que tueste.
- Pues mándela arreglar.
- No quieren arreglármela, ni cambiármela, ni siquiera devolverme el dinero...
- Pues cómprese otra, joer, y no me haga perder más tiempo.
- Pero señor ministro, esto es una injusticia, he perdido mi dinero invirtiendo en una tostadora que...
- Pues haber invertido en Bonos del Tesoro, que son valores seguros, vamos, segurísimos. Además a mí qué coño me explica, yo obedezco órdenes, sólo soy un mandao.
- ¿Usted un mandao? Bueno, vamos a ver. ¿Quién coño es aquí el responsable? Quiero hablar con alguien que sepa lo que es ser responsable.
- ¿Responsable? Aquí, cuando no sabemos de qué va una cosa, se la pasamos al gobierno, para que tomen la decisión oportuna. Y el responsable del gobierno es el señor Presidente, ése sí que sabe, de ser responsable.
- Buenas tardes, Señor Presidente. ¿Da usted su permiso?
- Buenas tardes. He permitido esta audiencia dadas las especiales circunstancias que rodean su contencioso, pero debo advertirle que mi tarea es ocuparme de los asuntos de todo el pueblo, y no de los de uno de sus miembros, siendo como es usted un representante no significativo, que además acude a mí para defender sus intereses personales, y ni siquiera en representación de un colectivo.
- Señor presidente, me siento estafado, burlado y escarniado. Me han vendido una tostadora que no tuesta y nadie quiere saber nada.
- Querido conciudadano, el libre albedrío es uno de los pilares que sostentan la armonía de nuestra sociedad, y así como usted es libre para comprarse una tostadora que no tuesta, el resto de ciudadanos de la nación es libre para desentenderse del asunto, en su obligación de respetar y no inmiscuirse en la vida privada del resto de los españoles.
- Pero si yo no quiero que nadie se inmiscuya en mi vida privada, sólo reivindico mi derecho a tostar pan en la intimidad de mi hogar, en una tostadora que sirva para tostar pan, y parece como si toda la nación se hubiera puesto de acuerdo para boicotear mis derechos inalienables, señor presidente.
- Querido súbdito, su libertad termina donde empieza la de los demás; su actitud es egoísta y peligrosa para el bienestar social, y sintiéndolo mucho, me veo en la obligación de encarcelarle a usted, a fin de evitar que sus ideas subversivas se expandan cancerígenamente por todo el tejido social. ¡Guardias! ¡Prendan a ese hombre inmediatamente!
- ¿Que me prendan? ¿Cómo que me prendan? ¡Yo sólo he venido a reivindicar mis derechos! Yo sólo quiero una tostadora que tueste! ¡Yo sólo pretendo desayunar café con tostadas cada mañana, y usted me quiere encarcelar! ¿Qué delito hay en ello? ¿Quién es el responsable de todo este caos? ¡Quiero hablar con él!
- Sólo hay un último responsable, querido amigo, y éste es Dios, el supremo hacedor. Hable usted con él, le reconfortará.
- Dios mío, soy Antonio, estoy en la cárcel, me han vendido una tostadora que no tuesta, na más que hace bonito, nadie quiere hacerme caso y encima me han encerrado. ¿Por qué tiene que pasarme esto a mí? Si yo sólo quería desayunar tostadas con mantequilla... ¿Has decidido poner a prueba mi fe? ¿Es acaso tu voluntad, un designio divino, un castigo por mi arrogancia? Envíame una señal, permíteme salir de aquí y haz que me cambien la tostadora, oh tú que eres el supremo responsable.
- Hijo mío, eres un gilipollas por comprar en la tienda del Manolo, y además un egoísta y un insolidario, y te importan un rábano los problemas del prójimo y el hambre en el tercer mundo. Por hacerme perder el tiempo, acabo de decidir que ha llegado tu hora, o sea que ya mismo te mueres y te vas de cabeza al infierno.
- Buenas, ¿es el infierno?
- Sí señor, pase, pase.
- Oiga, ¿quién es aquí el responsable?
- Bueno, a la gente nos la manda Dios, pero por aquí no viene. Aquí el que corta el bacalao es Lucifer, el demonio en persona, pero ahora no puede atenderle, porque está comiendo tostadas con mermelada y mantequilla.
- Y los condenados, ¿pueden también comer tostadas con mermelada y mantequilla?
- Me temo que no. ¿A usted por qué le han condenado?
- Es que verá, yo me compré una tostadora y...

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