02 marzo 2009

"Apocalipsis publicitario"



Por Cofrade Sofá S

Dios dispuso que el mundo se tenía que acabar próximamente. Así pues, el Señor envió sus emisarios a la tierra para advertir a los humanos que se debían preparar para tan magno acontecimiento.
La primera vez que sonaron las trompetas todo el mundo miró hacia arriba, porque de allí procedía el vibrante sonido preludio de un inminente anuncio. Y efectivamente, se abrieron las negras nubes que encapotaban el cielo y suspendido en el aire estaba escrito “PREPARAOS, SE ACERCA EL FIN”, en una preciosa letra redondilla con su coma y todo.
Rápidamente se iniciaron diversas discusiones. Todos daban por sentado que se trataba de una campaña publicitaria y la mayoría debatía con encono acerca de que firma comercial se escondía tras la enigmática frase, incluso empezaron a cruzarse apuestas. Otros, la minoría intelectual, desdeñaban tratar de adivinar el nombre del anunciante, decían que esto era hacerle el juego a la manipuladora publicidad, ellos analizaban la forma de las campañas independientemente de los contenidos. Para algunos de ellos, este tipo de campañas eran obsoletas, el público ya estaba demasiado acostumbrado para sorprenderse, por el contrario, para otros intelectuales la formula era inagotable, solo había que dar con la frase adecuada para seducir a las masas. Por último, los diseñadores gráficos mantenían una agria controversia sobre el uso convencional de la letra redondilla frente a la creatividad que se plasma al usar una grafía diferente para cada letra, aunque el letrero resultante sea indescifrable.
Dios, paradójicamente incrédulo frente a las reacciones que había provocado su proclama, decidió repetirla cada hora, a ver si así se enteraban. Pero a cada trompetazo, menos gente miraba hacia lo alto. Un grupo ecologista preparaba una denuncia contra aún no sabía quien por contaminación acústica. Los que estaban haciendo su agosto eran las casas de apuestas, especialmente las que operaban a través de internet. Las apuestas se inclinaban mayoritariamente por Ikea, Eroski, Lidl, Aki y otras grandes superficies comerciales y muy pocos apostaban por la Caixa y otras entidades bancarias, se consideraba que el mensaje no invitaba ni la inversión ni el ahorro.
¡Qué demonios les pasa a los humanos! pensó Dios, tendré que recurrir a signos más contundentes, ¡qué llueva sangre! ordenó el Señor. Entonces resonaron con más brío las trompetas, se abrieron las ahora enrojecidas nubes y en el cielo pudo leerse “FIJAOS EN LA SEÑAL, SE ACERCA EL FIN”, naturalmente en letra redondilla y con su coma y todo. Después las enrojecidas nubes descargaron su sanguinolenta carga. Los meteorólogos informaron, que en ocasiones grandes cantidades de polvo sahariano es transportado por el viento junto a las nubes, produciéndose la impresión que llueve sangre. Lo único extraño en este caso era que había sucedido a escala planetaria, agregaban los meteorólogos. En general, esta explicación pareció plausible pero no convincente, y la mayoría de la población concluyó que el nuevo suceso formaba parte de la campaña publicitaria y que esta vez se habían pasado, eso lo pensaron sobre todo los que tenían ropa tendida. Por lo demás siguieron apostando, solo que Ikea y otras grandes superficies perdían fuelle frente a Tampax, Evax y otros fabricantes de compresas y tampones, se suponía que la sangre era una pista segura. Los intelectuales se enzarzaron en una árida polémica sobre si había aparecido una nueva formula publicitaria o no, y los diseñadores gráficos continuaron su eterna disputa sobre la grafía.
Una conocida marca de detergente, Dixan, aprovechó la ocasión, propiciada por la sangrienta lluvia, para hacer por doquier demostraciones en vivo y en directo de la eficacia de su nueva gama de productos con cualquier tipo de manchas. Las grabaciones de estas demostraciones se emitieron como anuncios y en ellos el presentador decía, que Dixan no solo lava más blanco sino que acaba con todas las manchas sin importar cual sea su origen. “SE ACERCA EL FIN DE LAS MANCHAS” rezaba su eslogan. Inevitablemente se generó la sospecha de que Dixan era la promotora de los celestiales anuncios y, a pesar de que la empresa de productos de limpieza nunca lo reconoció abiertamente, las casas de apuestas dieron por ganadores a los que habían apostado por la conocida marca de detergente.
Al observar estas reacciones, la autoestima de Dios se resintió, una lagrima se le escapó del ojo que ocupa el centro del triangulo, se compadeció de si mismo y por un instante dudó de su omnipotencia. Fue solo un momento de nada, no llegó ni a un microsegundo, pero fue suficiente para mandarle al cementerio de los dioses, ese que queda a la izquierda una vez has dejado a tu espalda el monte Olimpo. Allí se encontró al lujurioso Zeus, a Ishtar, otrora poderosa diosa del amor y de la guerra, al cojo Tezcatlipoca, a Osiris convenientemente momificado, a la prudente y virginal Atenea, y a Viracocha que aún suspira por su antigua morada en el lago Titicaca, entre otros muchos dioses y diosas que también habían caído en el olvido de los humanos.

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