02 marzo 2009

"La ratita guarrilla"



Por Cofrade Sofá S

Érase una vez una jovencita a la que todo el mundo conocía como la Ratita. Un día la Ratita llegó a su casa y encontró diversas prendas de ropa tiradas por el suelo en el trayecto que iba a la habitación de sus padres, de donde se escapaban suspiros, jadeos y exclamaciones varias. La Ratita sacó la cartera del pantalón de caballero y no se sorprendió cuando vio que pertenecía a Ramón, un amigo de su padre, cogió la visa y se fue, pues no quería molestar.
Feliz con la visa en la mano, saltaba por la calle la Ratita. “¿Qué me compraré?”, se preguntaba. “Ya lo tengo, me compraré dulces y caramelos. No, no, dulces y caramelos no, que se me estropearan los dientes, como a la Piños. Mejor voy al McDonald’s a comerme unas hamburguesas. No, al Mcdonald’s tampoco, que con la comida basura echare a perder la línea tan estupenda que tengo. Ya está, me compraré ropa”, decidió finalmente,”que hace tiempo que me han salido las teticas y no tengo ropa para lucirlas.”
La Ratita se compró ropa ajustada y minimalista. Cuando su padre la vio vestida así, dijo.
- Esta niña parece un putón.
- ¡Qué dices! Si va a la moda. Lo que pasa, es que tú eres un antiguo –le replicó la madre. Quien, por la cuenta que le traía, había pactado defender a la Ratita, aunque, eso sí, le había hecho devolver la visa.
La Ratita con su nuevo look tenía loquitos a los chicos. Primero se enrolló con Borja Eugenio, que era un chico tímido, apocado y ya con coche, pues sus padres, que tenían pasta, se lo habían comprado. Borja Eugenio estaba tan excitado por haber ligado con una tía, que cuando pasaron al asiento de atrás de su coche se corrió antes de meterla. La Ratita le dijo que no tenía importancia, que no se preocupara. Pero a partir de ese día, cada vez que Borja Eugenio le proponía que quedaran, coincidía que ella tenía cosas que hacer.
Después, la Ratita se fijo en Adolfo Gustavo, que le había enviado varios poemas en los que le declaraba su encendido amor. Una tarde que sus padres habían salido, la Ratita se acostó con Adolfo Gustavo, quien se comportó de forma muy tierna y cariñosa con ella. Mientras se dedicaron al folleteo a la Ratita le resultó agradable, pero después tanto mimo y miramiento la empalagó, las miradas de cordero degollado, los versos acaramelados, el hacer manitas o sobarla continuamente terminaron por agobiarla, se sentía untada de pringue de caricias y babas de afecto.
Por fin, la Ratita consideró que lo mejor era ir a por el tío que a ella le molaba, el Buga, un macarrilla musculoso que salía con su mejor amiga, la Topillo. Así, que se afeitó el coñito y cuando estaba en la disco tomando un cubata con ellos dos, les dijo.
- A mi no me importaría hacer un trío con una pareja guay como vosotros. Porque vosotros sois una pareja abierta, ¿verdad?, sin prejuicios.
- Sí, claro, abiertos…, sin prejuicios… -respondió el Buga atragantándose con el cubata y repasándola con la mirada.
- Bueno bonita, nosotros somos abiertos, pero no nos vamos a la cama con cualquiera –intervino la Topillo.
- Con cualquiera no, pero con tu mejor amiga, ¿qué me dices?
- Que sí –intervino el Buga, que veía la posibilidad de alcanzar uno de sus sueños.
La Topillo, cuando vio el coñito sin pelo de su amiga, supo que tenía la partida perdida. “Esto me pasa por hacerle confidencias a esta zorra”, pensó, “y por no atreverme a afeitármelo yo. Claro que la muy guarra me dijo que no lo hiciera, que no era higiénico, pues ya ves por donde se pasa la higiene la marrana esa”. La Topillo se quedó un rato por el que dirán, comprobó que el Buga flipaba con los coños rasurados y luego dijo que se tenía que ir, que había quedado. El Buga y la Ratita ni siquiera se molestaron en disimular, le dijeron que adiós muy buenas y se dedicaron a lo suyo.
Con el Buga, la Ratita vivió una temporada maravillosa, gozó del amor, su única preocupación era ir con cuidado de no cortarse cuando se afeitaba entre las piernas. Esta situación duró hasta que un día el Buga le dijo.
- La Piños quiere que hagamos trío.
La Piños no solo se había arreglado la dentadura, sino que también había ido a Corporación Dermoestética y le habían retocado en varios sitios, especialmente el volumen y firmeza de las tetas y el trasero. La Ratita no se quedó a comprobar si también se rapaba el chochete. Muy digna ella, se despidió del Buga y se fue.
La Ratita volvió a casa de sus padres, pero no quería quedarse mucho tiempo, le urgía encontrar marido. Primero se tropezó por la calle con Adolfo Gustavo. Éste le llevó a su casa donde le enseñó un libro de poemas en el que se dolía del amor perdido. Después, el poeta dijo.
- Ratita, ¿te quieres casar conmigo?
Aunque los poemas eran francamente buenos, la Ratita no se dejo impresionar y le preguntó.
- Y por las noches, ¿qué harás?
- Te leeré mis poemas –le contestó.
La Ratita declinó la oferta de Adolfo Gustavo. Le dijo que puesto que el dolor le había inspirado tan bellos versos, no quería privarle de la causa de su inspiración.
Después se encontró con Borja Eugenio, el cual ahora dirigía una de las empresas de su padre y tenía un Mercedes.
- Ratita, ¿te quieres casar conmigo? –le propuso Borja Eugenio.
- Y por las noches, ¿qué harás? – preguntó ella.
- Dormir y callar – le contestó.
- Pues contigo me he de casar.
Gracias a este matrimonio la Ratita alcanzó la felicidad, a pesar de que con el divorcio solo consiguió la casa y medio millón de euros. La mayoría de los bienes estaban a nombre de su suegro. Ofendida, por la miseria que le habían dado, se fue a los programas de cotilleo de la tele y explicó las miserias sexuales de su matrimonio. Al pardillo de Borja Eugenio no se le ocurrió otra cosa que ir a los mismos programas y contraatacar contando que ella le había contagiado la gonorrea. Creía, el muy ingenuo, que así la humillaría y se callaría. La Ratita volvió a la televisión y explicó, por entregas y con todo lujo de detalles, todas las veces que le había puesto los cuernos a su marido. La Ratita cobró una pasta gansa por todas estas confidencias, además ahora participa en las tertulias de estos programas y parece ser, que dentro de poco tendrá su propio programa, “Cuéntaselo a la Ratita”.

1 comentario:

www.musicos.co.uk dijo...

He encontrado una luz en este lugar. Larga vida a todos los cofrades. Juan de la Sandalia