02 marzo 2009

"Eran otros tiempos"


Por Cofrade Tamburete Kid

Nos conocimos en un camping en la Costa Brava. De eso hace treinta años. Recién estrenábamos constitución y democracia tras una larga dictadura. Joseba era alto y espigado, Gorka chaparro y cabezón. Hicimos buena amistad. Nos divertimos mucho y al año siguiente nos volvimos a encontrar en el mismo camping. Eran como hermanos, habían nacido en el mismo pueblo y se habían criado juntos. Lo compartían casi todo, el coche, el perro, la vivienda… Sin embargo, eran muy distintos. Los dos defendían la idea de un País Vasco Independiente, pero Joseba simpatizaba también con las ideas libertarias del momento: amor libre, un mundo sin fronteras… Gorka lo tenía muy claro: Euskadi libre y santas pascuas.

Tres años más tarde me los encontré en un camping en Zarautz. Seguían compartiéndolo casi todo. Los dos se alegraron sinceramente de nuestro encuentro. Aquella noche la celebramos con borrachera en la playa. Al día siguiente nos encontramos en el bar. Primero apareció Joseba, estaba resacoso, pero feliz a su manera, me invitó a un porro. Luego apareció Gorka, estaba serio y apenas soltó palabra. Finalmente, propiciado por los comentarios sarcásticos de Joseba, todo el mal rollo que acumulaba Gorka salió con demasiado estrépito. A Gorka no le gustaba nada que su amigo fumase porros y que consumiera anfetaminas. Le reventaba ver cómo Joseba le dedicaba más tiempo a las mujeres y a la diversión que al problema vasco. Por su parte, Gorka prefería las fiestas populares, llenas de tradición y sentimientos nobles. Debido a su carácter reservado había estado cediendo a las propuestas de su amigo más por la amistad que por sus propios deseos. Joseba, a su vez, le recriminó su mente cerrada y anticuada, su falta de tolerancia… Aquel día se pelearon como no lo habían hecho nunca y yo fui testigo para mi desconcierto. Gorka recogió sus cosas y se fue. Joseba le quitó hierro al asunto y nos fuimos a comer. Tras la comida regresé al cuartel donde me alojaba, pues estaba haciendo la mili, y ya no supe nada de ellos hasta poco antes de licenciarme. Fue a Joseba al que me encontré en el casco viejo de San Sebastián. Iba bastante pasado. Me di cuenta enseguida de que había optado por la heroína, ¿por qué? Eso no suele saberse. Apenas hablamos unos minutos. Me contó que no había vuelto a hablar con Gorka. De hecho, hacía seis meses que se había ido del pueblo. Ahora vivía en Donostia y se ganaba la vida con el pequeño narcotráfico.

Un año después, por un amigo común de la época del camping, supe que Joseba había sufrido un accidente que le había dejado importantes secuelas a causa de las múltiples quemaduras que sufrió. El bar K…, que frecuentaba Joseba en el barrio de A…, tenía fama de ser centro de trapicheo. De acuerdo con la consigna del momento, el local se convirtió en objetivo de ETA y le pusieron una bomba en los lavabos. Joseba fue uno de los que sobrevivieron al atentado. Poco tiempo después detuvieron a Gorka como miembro de ETA. Entre los diferentes cargos que le imputaron figuraba el de haber puesto una bomba en el bar K…

1 comentario:

Montsehv dijo...

Pobre Gorka, siempre paga el que menos culpa tiene!