02 marzo 2009

"Los fisquitos"



Por Cofrade Sofá S

Diversos antropólogos dan a conocer sus análisis de una tribu del alto Amazonas, los Fisquitos, que ha desarrollado una cultura olfativa. Su idioma carece de sustantivos, las cosas y las personas son denominadas mediante descripciones de su olor característico. La mirada no regula sus relaciones personales, por ejemplo, la señal de acatamiento, de humillación, no consiste en bajar la mirada, en inclinar la cerviz, sino en ofrecer el ojete para ser olido. De la misma forma, el reconocimiento entre ellos no se da en la mirada franca y cara a cara, sino al aproximar cada uno la nariz al cuello del otro y olerse. También por ello, no sienten la necesidad de esconderse de los demás para realizar determinados actos tales como desnudarse, defecar, copular, etc., el tabú no lo sitúan en la mirada sino en el olfato, por ejemplo no debe olisquearse a una mujer que tiene la regla, ni a un moribundo.
Evidentemente, el ritual de apareamiento entre los Fisquitos tiene como fase preliminar olfatear las partes pudendas de la hembra, siempre que no tenga la menstruación. La aceptación por parte de la hembra se manifiesta husmeando la entrepierna del macho y lanzando rápidos lametones. Los antropólogos subrayan el estrecho parentesco entre el ritual de apareamiento y el de apaciguamiento o humillación anteriormente descrito.
Algunos antropólogos aventuran que la cultura de los Fisquitos no es exclusivamente ni quizá tampoco básicamente olfativa, sino también gustativa, pues los lametones, más allá del ritual de apareamiento, juegan un papel primordial en la expresión de los afectos. Así, lamerle a alguien las mejillas es una muestra de cariño, chupetear la palma de la mano suele acompañar a la demanda de un favor, y deslizar repetidas veces la lengua por la planta del pie derecho de alguien es signo de respeto y reconocimiento de su rango. En este sentido, estos antropólogos sostienen que los Fisquitos en lugar de usar el gesto y la mirada como mecanismos de identificación y aproximación, basan sus relaciones sociales en el olfato y el gusto, lo que provoca la necesidad de una mayor proximidad entre ellos, mientras que el gesto y la mirada establecen una distancia insalvable entre nosotros. A esta mayor cohesión grupal se suele atribuir su capacidad de sobrevivir en un medio tan hostil como la selva, así como su alejamiento de otras tribus de indígenas y por supuesto de nuestra civilización.
Al parecer, los Fisquitos han constituido un mundo cerrado en si mismo, sin relación con nadie y que fueron descubiertos hace pocos años por pura casualidad, al observar desde una avioneta una columna de humo donde se suponía que no debía haber nadie. Acerca de su origen se han barajado las más variadas hipótesis, algunos los han relacionado con algún grupo perdido de la tribu de los Encabellados, mientras que otros los emparientan con los Cholones por la semejanza de sus danzas, y aún hay quien afirma que son los supervivientes de la tribu perdida de los Napeanos.
Otros aspectos de la vida de los Fisquitos son objeto de estudios actuales por parte de los antropólogos. Los investigadores señalan que el incesto se ha reducido entre los Fisquitos a su mínima expresión, al hombre solo le esta prohibido emparejarse con las hijas que halla tenido con sus hermanas y a la mujer, con los hijos que halla tenido con sus hermanos. Se apunta a la necesidad de reproducirse entre ellos como la causa probable de un incesto tan exiguo. En cuanto a sus creencias, está claro que entierran a sus muertos, lo que parece indicar que creen en otra vida y en algún tipo de animismo en el que tiene un papel destacado un gran espíritu al que describen como Todo-lo-huele-y-no-podemos-oler. Se ha especulado con que esta descripción es lo más parecido que tienen a un sustantivo. Por lo demás, se desconocen aún otros aspectos de sus costumbres sexuales o de su credo religioso.

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