02 marzo 2009

"Meta un gol"



Por Cofrade Silla Jotera

Smith, nuestro portero, comienza la jugada con un saque en corto, de esos que tan bien le salen armando su portentoso y al tiempo sensible brazo, para dejar el balón en los pies de Chisandreli, nuestro defensa central. Este siempre continúa la jugada precisamente así, jugando el balón, bien clarito se lo tiene explicado el Mister: Chisandreli, nada de balones largos a la olla, Chisandreli, hay que jugar el balón, Chisandreli, jugar el balón, Chisandreli, jugar el balón. Yo creo que Chisandreli ya tiene la frasecita grabada en su cabezón de cabrero siciliano. Y eso hace Chisandreli, juega el balón, se adentra en la medular del contrario jugando el balón, venga jugar el balón, hasta que lo pierde el muy capullo. Chisandreliiiiiiiii, grita entonces el Mister desde el banquillo, a jugarlo pero sin perderlo, coño.

Menos mal de Ngono, nuestro medio de arrastre, que siempre está ahí para interceptar los pases en diagonal del contrario, impidiéndoles usar sus pasillos de seguridad, que dice el Mister. Ngono, le dice el Mister, usted olvídese de correr por la sabana y se me concentra en los pasillos de seguridad. Eso le dice a Ngono, que no se entera de nada porque no tiene ni puta idea de español. Por eso siempre está sonriente, que parece que esté en una nube africana el muy cabrón, eso si, al acecho como un león, y este a la que roba la bola si que, visto y no visto, ya se la ha pasado a Javierín, nuestro medio campo.

Nuestro medio campo es cosa a parte. Chico de la casa desde los seis añitos ha mamado tanto club que es un crío y parece un veterano hasta al lado del Presidente. ¿Y como juega?, pues como en el patio del cole. Una vez jugábamos contra unos daneses y el tipo que le marcaba era como cinco vikingos, una pinta. Cuidado con este que se te querrá comer, le dije al Javierín. Pues me miró con esa cara de pillo que tiene y me dice: tranquis, que este después de marcarme será otro hombre. Joder la que le lió el Javierín al vikingo. El pavo medía más de dos metros y cuando terminó el partido era como si no estuviera en el campo, de lo pequeñito que parecía. Y es que el Javierín te hipnotiza, se cose la bola al pie y empieza un toquecito por aquí, ahora una media vuelta para allá, un saltito, ahora para aquí, ahora pallá, media vuelta… Y que no hay manera de meter el pie, lo pequeñillo que es y como cubre la bola el tío. Y hala, a la que el contrario se da cuenta ya está el Javierín al borde de su área, y jugando bola.

Y en el borde del área contraria, esperando al Javierín (o a su pase, que es que este chico hace siempre lo que menos te esperas pero que mejor resulta), en el borde del área está nuestro increíble Rigoberto, Rigoberto O’Bolas, el Príncipe de Maracaná, un retaco barrigón que coge la bola y zas, gol. Si, coge la bola y zas, gol. Zas, gol. Eso si, para que coja la bola hay que ponérsela al pie, al pie izquierdo, en la parte exterior de su pie izquierdo, en la puntera de la parte exterior izquierda de su bota, y siempre llegando la bola en diagonal y por su izquierda. Si no, el tío no la coge. Que no la coge, ea, ya sea un amistoso contra el Palau Tordera ya sea la final de la Copa de Europa, el tío no la coge. ¿Y que le dice el Mister? Nada, que le va a decir a Rigoberto O’Bola, el Príncipe de Maracaná. Nos lo dice a nosotros: ustedes le pasan la pelota al señor Rigoberto a la puntera de la parte exterior izquierda de la bota de su pie izquierdo, en diagonal y por su izquierda, a ver si la coge y zas, gol.

¿Qué no la coge? Ahí está Günter ‘el Pistones’ entrando por la diagonal del área como una locomotora de hierro alsaciano, arrasando el frente de la defensa contraria como el que arrasa una nevera llena de apetitosas salchichas bratswurg y jarras de cerveza bien rubia. Este a veces además de meter la bola en la portería se mete a él con tres o cuatro contrarios que se trae arrastrando desde la banda, a veces hasta colgando de sus calzoncillos. Una fiera. Cuando está entonado, o sea, cuando está en su punto exacto de cervezas, como se halla tomado una de más o una de menos ya la hemos liado, porque o se pega con el linier o todo el rato anda arrodillándose y llorando los continuos fallos. Su punto son siete jarras, ni una más ni una menos.

¿Que Günter se ha tomado una jarra de más?, ¿que el señor Rigoberto O’Bola no la coge?, ¿que a Javierín se le nubla la mente?, ¿que Ngono se distrae con la sabana?, ¿que Chisandreli la juega y la pierde?, ¿que Smith tiene el día del brazo tonto (que los tiene)? No pasa nada. No pasa nada. Ahí estoy yo. Yo soy el que se levanta y superando todos los obstáculos apaga la tele. Soy el del sofá.

No hay comentarios: