02 marzo 2009

"Perra noche"



Cofrade Tamburete Kid

Sultán es un perro viejo. Ha visto de todo a lo largo de su vida. Siendo cachorro tuvo oportunidad de establecer un gran lazo de amistad con los miembros de la familia que lo adquirió en una tienda de animales de compañía. Fueron dos años de felicidad intensa, de compartir juegos con los más pequeños de aquella familia, y de una sólida relación con el varón adulto, una relación de amigos inseparables. Luego, pasó lo que pasó, el matrimonio decidió finalizar tal compromiso y su amigo marchó de allí con gran tristeza de todos. La mujer no tardó en desembarazarse de la presencia del mejor amigo de su exmarido. De hecho, nunca había compartido la idea de tener una mascota tan grande, ella se hubiera conformado con un hamster, pero un pastor belga…

Sultán pasó a ser pertenencia de una familia de trabajadores del mundo rural. De los juegos infantiles pasó a ejercer de vigilante experimentado en una granja dedicada a la cría de avestruces. Tampoco estuvo tan mal hasta que se le ocurrió detener a una de aquellas aves que se había escapado a fuerza de dentelladas. Al avestruz lo tuvieron que sacrificar y a él lo molieron a palos. De aquí pasó a ser propiedad de un payes del Pirineo, de una familia nómada originaria de la Europa del Este, y finalmente se convirtió en un vagabundo. Aprendió a buscarse el alimento con mil y un trucos y a esconderse de los humanos cuando se le acercaban.

Habían pasado siete años desde que su familia de adopción se desprendió de él, y durante ese tiempo había aprendido que la vida con los hombres no es mucho mejor que la vida entre los perros. Viejo por lo vivido y sabio por lo padecido, decidió no volver a vivir con humanos. Sin saber cómo, a base de deambular por aquí y por allá, fue a parar a la ciudad dónde transcurrieron sus primeros años de vida. Las ciudades no le gustaban, demasiado peligro y demasiado ruido, pero por otro lado resultaba fácil encontrar alimento hurgando en los contenedores de basuras. Sólo había que procurar no dejarse ver durante el día y salir bien entrada la noche, cuando las calles están solitarias y los contenedores rebosantes de desperdicios. En un callejón oscuro y desierto descubrió una pila de grandes bolsas de basura. Olía intensamente a comida y no dudó en empezar la búsqueda y registro. Aquella debía ser la parte trasera de algún supermercado. Se dio prisa y engulló todo lo que pudo. Si todavía no habían venido los encargados de recoger las basuras no tardarían mucho. Oyó ruido en la entrada del callejón e hizo el amago de salir corriendo, pero por alguna motivación instintiva, se ocultó entre las sombras. Tenía un espléndido trozo de pollo en la boca y mantenía el cuerpo en alerta. El olor le llegó antes que la visión del intruso. Lo reconoció en el acto y, sin dudarlo, dejó el trozo de pollo y se lanzó hacía él pleno de gozo. El otro iba visiblemente borracho y sólo atinó a ver una enorme mole de pelo negro que se le echaba encima. Cayeron los dos al suelo, el hombre abajo, el perro arriba. Sultán le lamía la cara compulsivamente. El hombre estaba aterrado, sacó su navaja del bolsillo y la clavó repetidamente en el costado del perro. Los terribles lamentos del animal llenaron la noche de dolor y espanto. El borracho se incorporó y salió corriendo.

Otro perro pasó por allí atraído por lo gemidos de Sultán, rodeó el cuerpo del herido y cogiendo el trozo de pollo del suelo se perdió en la oscuridad del callejón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

joder
q put@ nostalgia
maldita raza humana